jueves, 4 de agosto de 2011


Amor salvaje
¡Ah, qué nidada de caricias salvajes descubrí!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos súbitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y más locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo césped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y más locura.

Cadencia resonante de músicas selváticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y más locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y más locura.

¡Ah qué nidada de caricias salvajes descubrí!
¡Y qué voces intactas en tus prístinos fondos!
¡Y qué flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mía; ¡ámame así, envuélveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!

LUIS ZALAMEA BORDA ( Colombia, 1921 )

Tu Boca

Para formar tan hermosa
esa boca angelical,
hubo competencia igual
entre el clavel y la rosa,
la purpura y el coral.

Mintiendo sombras del bien,
en ella el mal se divisa,

por lo que juntos se ven
ya la apacible sonrisa,
ya el enojoso desden.


Y en los senos abrasados
engendra con doble holganza,
o con tormentos doblados,
cada risa una esperanza,
cada desden mil cuidados.

Cual las conchas orientales
en tu boca, y por vencerlas
muestra en riquezas iguales,
cuando desdena, corales,
y cuando sonrie, perlas.

Y si con sombras de bien
tal ez el mal se divisa,
es porque en ella se ven
guardar la miel de su risa
las flechas de su desden.

Si a mi su rigor alcanza,
al ver su hermosura, siente
el corazon doble hlganza;
y aunque un desden me atormente,
deme una risa esperanza.

Bien haya la ducle boca,
que solo sus frescos labios
el aura pasando toca;
que haciendo el ambar agravios,
su miel a gustar provoca!

O, bien haya cuando ufana
dando enojos a la rosa,
muestra su cerco de grana,
fresca como la manana,
como el azahar olorosa!

Y si acaso dulcemente
suelta placida congojas,
ya es el rumor del ambiente,
ya el susurro de las hojas,
ya el murmurar de la fuente.

Si alegres sones respira,
las aves del prado encanta;
y si a vencerlas aspira,
con las que gimen, suspira;
con las que gorjean, canta.

Tu miel, aroma y colores,
rinde en amante oblacion,
flor, ante cuyos primores,
mustias e inutiles flores
las flores del valle son.

 
El nectar mas regalado
deja que de amores loco
beba en tu labio abrasado;
para una abeja es sobrado
lo que para muchas poco.

 
Mas ah! que vertiendo quejas,
me esquivas tu dulce miel;
en vano de una te alejas
si ves que miles de abejas
poblando van el verjel.

Ay de la rosa encarnada,
que en su seno de carmin
niega a una abeja la entrada!
Tantas la acosan al fin,
que queda sin miel, y ajada.

Ay de las candidas flores,
si alzan su capullo tierno
del estio a los ardores!
Ay del panal, si el invierno
lo hiela con sus rigores!

Dame los gustos sin tasa,
pues ves que el sol estival
las tiernas flores abrasa;
mira que amarga el panal
cuando de sazon se pasa.

Rindete a mi placentera:
no te rinda con agravios
de abejas la turba fiera:
que herir esos dulces labios
herirme en el alma fuera.

De ese tesoro las llaves
dame, y sus dones ardientes
libare en besos suaves,
sin que lo canten las aves,
ni lo murmuren las fuentes.

autor:Ramon de Campoamor

seras mía